La Solemnidad de Cristo Rey tiene una profunda importancia en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, sirviendo como una gran conclusión al año litúrgico al celebrarse el último domingo antes del Adviento.

El Papa Pío XI la instituyó en 1925 a través de su encíclica Quas Primas, y es una festividad que celebra la soberanía universal de Jesucristo. Esta solemnidad sirve como recordatorio de que, en medio de los desafíos del mundo, el reinado de Cristo perdura. Cristo Rey brinda esperanza e inspiración a los católicos para trabajar hacia la construcción de una sociedad fundamentada en los principios del Evangelio.

Hay muchos lugares en la Escritura donde se hace referencia a Cristo como Rey; aquí tienes algunos de ellos:

1. Mateo 21:5 dice, «Digan a la hija de Sión: ‘Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga.'»

2. Apocalipsis 17:14 dice, «Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes. Los que están con él son sus llamados, sus escogidos y sus fieles.»

3. Apocalipsis 19:16 dice, «En su manto y sobre el muslo lleva escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.»

4. Juan 18:36 dice, «Mi reino no es de este mundo. Si Mi reino fuera de este mundo, entonces Mis servidores pelearían para que Yo no fuera entregado a los judíos. Pero ahora Mi reino no es de aquí.»

Cristo es Rey, y Su Reino no es de este mundo, ¡es un Reino Eterno!

Cuando el Papa Pío XI escribió la carta encíclica para establecer el día de la festividad, habló sobre muchas maneras de dejar que Cristo reine en nuestro interior. Como dice Quas Primas (I.6), «se dice que [Cristo] reina en las inteligencias de los hombres, no tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad. Se dice también que reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobilísimos propósitos. Finalmente, se dice con verdad que Cristo reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.»

Oración a Cristo Rey:

Oh Cristo Jesús, te reconozco por Rey universal. Todo cuanto existe ha sido creado por ti. Ejerce sobre mí todos tus derechos. Renuevo mis promesas del bautismo, renunciando a Satanás, a sus seducciones y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Muy en particular me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los derechos de Dios y de tu Iglesia. Jesucristo, te ofrezco mis pobres acciones para obtener que todos los corazones reconozcan y vivan tu mensaje de paz, de justicia y de amor. Amén.